
sábado, 30 de mayo de 2009
+ Novena de Pentecostés: Noveno día +

viernes, 29 de mayo de 2009
+ Santa Misa en Mar del Plata +
+ Novena de Pentecostés: Octavo día +

jueves, 28 de mayo de 2009
+ Novena de Pentecostés: Séptimo día +

miércoles, 27 de mayo de 2009
+ Novena de Pentecostés: Sexto día +

martes, 26 de mayo de 2009
+Novena de Pentecostés: Quinto día +

lunes, 25 de mayo de 2009
+ Imágenes de la Santa Misa en Mar del Plata +
Las siguientes fotografías, tomadas por el Prof. José Luis Ventrice, corresponden a la Santa Misa celebrada el 3 de mayo pasado, en la Capilla Divino Rostro.
Celebró Fray Marco Antonio Foschiatti o.p. , y le asistieron Fray Guido Castillo o.p. y el Sr. Pablo Agustín Luque.
El Maestro Jorge H. Gonzalez, dirigió el coro y acompañó con los acordes del órgano, la Misa de Ángelis y los cánticos.



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+ Novena de Pentecostés: Día Cuarto+

domingo, 24 de mayo de 2009
+ Novena de Pentecostés: Día Tercero +

Ven, oh Espíritu de Entendimiento, a iluminar mi mente para que conozca y crea todos los misterios de la santa Fe y creyendo merezca por fin ver la luz eterna en tu luz y en la lumbre de la gloria te posea a Ti y al Padre y al Hijo.
sábado, 23 de mayo de 2009
+ Novena de Pentecostés: Día Segundo +

viernes, 22 de mayo de 2009
+ Novena de Pentecostés: Día Primero +

miércoles, 20 de mayo de 2009
+ Ascensión del Señor +

Texto tomado del libro ¨La flor de la Liturgia¨ del Padre Andrés Azcárate
domingo, 17 de mayo de 2009
+ Las Rogativas de Ascensión +

domingo, 10 de mayo de 2009
+ La Reforma de Benedicto XVI +

Desde la publicación de este libro hasta la presente edición española no han pasado más que unos pocos meses. Sin embargo, la trascendencia de ciertos hechos ocurridos en este lapso de tiempo ha modificado enormemente el «clima» en torno a su temática, en especial por el ambiente de controversia que se ha creado tras el levantamiento de las excomuniones a los cuatro obispos ordenados hace veinte años por monseñor Lefebvre. Este gesto de misericordia gratuita del Santo Padre para ayudara su plena inserción eclesial, que demuestra con los hechos que la Iglesia no reniega de su tradición, ha hecho que la «Misa tradicional» quede ligada a un problema disciplinar y, peor aún, a uno político.
Se ha dicho también que dichas prescripciones serían un «atentado» contra el Concilio, pero esto muestra un desconocimiento del mismo Concilio, cuya intención de brindar a todos los fieles la ocasión de conocer y apreciar los múltiples tesoros de la liturgia de la Iglesia es precisamente lo que deseó ardientemente esta magna asamblea: «El Sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios» (SC, 4).
Por otra parte, estas disposiciones no son una novedad; la Iglesia siempre las ha mantenido, y cuando ocasionalmente no ha sido así, las consecuencias han sido trágicas. No sólo se han respetado los ritos de Oriente, sino que en
Occidente diócesis como Milán, Lyon, Colonia, Braga y diversas órdenes religiosas han conservado pacíficamente sus diversos ritos a través de los siglos. Pero el antecedente más claro de la situación actual es sin duda la archidiócesis de Toledo. El cardenal Cisneros puso todos los medios para conservar como «extraordinario» en la archidiócesis el rito mozárabe que estaba en vías de extinción; no sólo hizo imprimir el Misal y el Breviario, sino que creó una capilla especial en la Iglesia Catedral, donde se celebra aún hoy cotidianamente en ese rito.Esta variedad ritual no ha significado nunca, ni puede significar, diferencia doctrinal sino que, por el contrario, pone de relieve una profunda identidad de fondo. Entre los ritos actualmente en uso es necesario que se dé también esta misma unidad. La tarea actual, tal y como nos indica el presente libro de don Nicola Bux, es poner en evidencia la identidad teológica entre la liturgia de los diversos ritos que se han celebrado a través de los siglos y la nueva liturgia fruto de la reforma o bien, si esta identidad se hubiera desdibujado, recuperarla.
La reforma de Benedicto XVI es, pues, un libro rico en datos, reflexiones e ideas, y de entre los múltiples asuntos en él tratados quisiera resaltar algunos puntos: El primero es acerca del nombre con el cual llamar a esta Misa. El autor propone llamarla al estilo oriental «liturgia de San Gregorio Magno». Es tal vez mejor que decir simplemente «gregoriana», pues puede prestarse a un doble equívoco (que podría en todo caso evitarse con la denominación «dámaso-gregoriana»). También es más conveniente que «Misa tradicional», donde el adjetivo corre peligro de contaminarse de una carga o bien polémica o bien «folclórica»; o que «modo extraordinario», que es una denominación demasiado extrínseca. «Usus antiquior» tiene el defecto de ser una referencia meramente cronológica.
Por otra parte, «usus receptus» sería demasiado técnico. «misal de de San Pio V» o «del Beato Juan XXIII» son términos demasiado limitados. El único inconveniente es que en el rito bizantino ya hay una liturgia de San Gregorio, Papa de Roma; la de los dones presantificados usada en cuaresma. En segundo lugar, el hecho de que el uso sea «extraordinario» no debe significar que deba ser usado solamente por sacerdotes y fieles que se acogen al modo extraordinario.
Como propone el padre Bux, sería muy positivo que quien celebra habitualmente del modo «ordinario», lo haga también, extraordinariamente, en el «extraordinario». Se trata de un tesoro que es herencia de todos y al cual, de una manera u otra, todos deberían tener acceso. Por eso se podría proponer especialmente para ocasiones en las que haya alguna riqueza peculiar del antiguo misal que se pueda aprovechar (sobre todo si en el otro calendario no hay nada especial previsto): por ejemplo, para el tiempo de Septuagésima, para las cuatro Témporas o para la Vigilia de Pentecostés y, tal vez, hasta en el caso de ciertas comunidades especiales, tanto de vida consagrada como cofradías o hermandades. La celebración «extraordinaria» también sería de gran utilidad para los oficios de la Semana Santa, al menos en algunos de ellos, pues todos los ritos conservan en el Triduo Sacro ceremonias y oraciones que se remontan a épocas más antiguas de la Iglesia.
Otro punto que es necesario destacar es la actitud de Benedicto XVI; no constituye tanto una novedad o cambio de rumbo de gobierno, cuanto lleva a su concreción lo que ya Juan Pablo II había emprendido con iniciativas tales como el documento papal
Quattuor abhinc annos, la consulta a la comisión de Cardenales, el Motu Proprio Ecclesia Dei y la creación de la Comisión del mismo nombre, o las palabras dirigidas a la congregación del Culto Divino (2003).Algo que es urgente tener en cuenta es la repercusión ecuménica de estas discusiones; las críticas dirigidas hacia el rito recibido de la tradición romana alcanzan también a las otras tradiciones y sobre todo la de los hermanos ortodoxos. ¡Casi todos los ataques de aquellos opuestos a la reintroducción del misal antiguo son precisamente hacia los lugares que tenemos en común con los orientales! Un signo que confirma este hecho son las expresiones positivas del recientemente fallecido Patriarca de Moscú al publicarse el Motu Proprio.
No es uno de los aspectos menos importantes de este libro el hecho de que nos ayude a tomar conciencia de los diversos aspectos de la situación en la que nos hallamos actualmente. Nuestra generación se enfrenta a grandes desafíos en materia litúrgica: Ayudar a toda la Iglesia a seguir plenamente lo que ha indicado el Concilio Vaticano II en la constitución
Sacrosanctum Concilium y lo que el Catecismo de la Iglesia católica dice sobre la liturgia, atesorar lo que el Santo Padre ––cuando aún era el cardenal Joseph Ratzinger–– ha escrito sobre el tema, especialmente en su bellísimo libro Introducción al espíritu de la liturgia, enriquecersecon el modo con el que el Santo Padre ––asistido por la Oficina de las celebraciones litúrgicas que preside monseñor Guido Marini, y de la cual es consultor el autor de este libro–– celebra la liturgia. Estas liturgias pontificias son ejemplares para todo el orbe católico.Por último, añado que sería de gran importancia que todo esto se expusiera con profundidad en los seminarios como parte integrante de la formación al sacerdocio, para proporcionar un conocimiento teórico-práctico de las riquezas litúrgicas, no sólo del rito romano, sino también, en la medida de lo posible, de los diversos ritos de Oriente y Occidente, y así crear una nueva generación de sacerdotes libre de prejuicios dialécticos.
Ojalá este valioso libro de don Nicola Bux sirva para conocer mejor las intenciones del Santo Padre y descubrir las riquezas de la herencia recibida y, asimismo, para iluminarnos en nuestra acción. Pidamos para esto al Señor saber interpretar, como decía Pablo VI, los «signos de los tiempos».
+ Antonio, cardenal Cañizares
Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos
Arzobispo Administrador Apostólico de Toledo
8 de abril de 2009
Cuarto domingo después de Pascua
In illo tempore: Dixit Jesus discipuli suis: Vado ad eum, qui misit me: et nemo ex vobis interrogatme: Quo vadis? Sed quia haec locutus sum vobis, tristitia implevit cor vestrum. Sed ego veritatem dico vobis: expedit vobis ut ego vadam: si enim non abiero, Paraclitus non veniet ad vos: si autem abiero, mittam eum ad vos. Et cum verit ille, arguet mundum de peccato, et de justitia, et de juicio. De peccato quidem quia non crediderunt in me: de justitia vero, quia ad Patrem vado, et jam non videbitis me: de judicio autem, quia princeps hujus mundi jam judicatus est. Adhuc multa habeo vobis dicere: sed non potestis portare modo. Cum autem venerit ille Spiritus veritatis, docebit vos omnem veritatem. Non enim loquetur a semetipso: sed quaequmque audiet, loquetur, et quae ventura sunt, annuntiabit vobis. Ille me clarificaabit: quia de meo accipiet et annuntiabit vobis.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos : "Me voy a Aquél que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas?' Mas, porque os he dicho estas cosas, vuestro corazón se ha llenado de tristeza. Pero Yo os digo la verdad; os conviene que Yo me vaya, porque si Yo no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os le enviaré. y cuando El venga, convencerá al mundo en orden al pecado, en orden a la justicia, y en orden al juicio. En orden al pecado, por cuanto no han creído en mí; respecto a la justicia porque Yo me voy al Padre, y ya no me veréis; y tocante al juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aun tengo otras muchas cosas que deciros, mas, por ahora, no podéis comprenderlas. Mas, al venir el Espíritu de Verdad, El os enseñará todas las verdades, pues no hablará de por sí, sino que dirá las cosas que habrá oído, y os anunciará las venideras. El me glorificará, porque recibirá de lo mío, y os lo anunciará."
jueves, 7 de mayo de 2009
+ Nuestra Señora de Luján+

En el año 1630 –probablemente en un día del mes de mayo– una caravana de carretas, salida de Buenos Aires rumbo al norte, se detuvo en un paraje ubicado a unos dos kilómetros de la actual ciudad de Luján, a orillas de la Cañada de la Cruz. Al intentar reanudar su marcha al día siguiente, una de las carretas no se movía del lugar. Los bueyes parecían paralizados por una fuerza superior.
Al indagar sobre el contenido de los embalajes, los viajeros descubrieron dos cajoncitos que contenían sendas imágenes de la Virgen procedentes del Valle de Paraíba (San Pablo, Brasil), hoy conocidas como de Luján y de Sumampa. La primera representa a la Inmaculada Concepción y la segunda a la Madre de Dios con el Niño en brazos.
Se hicieron varias pruebas con la carga hasta descubrir, que cuando bajaban el de la Inmaculada, la carreta se movía sin dificultad.
Fue entonces cuando en pleno territoriopampeano resonó una palabra que en siglos posteriores continuaría brotando de incontables corazones: ¡Milagro! ¡Milagro!
La Virgencita fue dejada en la propiedad más cercana, la de la familia de don Rosendo de Oramas, donde permaneció en una ermita bajo los cuidados del negro Manuel, esclavo cuyo amor por la Virgen hizo que sus patrones lo destinaran al exclusivo cuidado de la imagen.
Cuando murió don Rosendo, la señora Ana de Matos, propietaria de una estancia ubicada sobre la margen derecha del río Luján, obtuvo en 1674 que le cedieran la imagen, comprometiéndose a construirle una capilla digna.
Repetidas veces la Virgen de Luján –la “Patroncita Morena”– desaparecía del oratorio y volvía a la vivienda de don Rosendo, hasta que las autoridades eclesiásticas y civiles organizaron el traslado en forma oficial y con todos los honores que merecía NuestraSeñora, ocasión en que fue autorizado oficialmente el culto público de la “Pura y Limpia Concepción del Río Luján”.
En 1677 la señora de Matos donó el terreno donde hoy se levanta la Basílica y en 1685 el sacerdote Pedro de Montalvo, milagrosamente curado por la Virgen, inauguró un nuevo santuario, a cuyo alrededor fue creciendo en importancia el pueblo de Luján al que se le otorgó el titulo de Villa.
Años después, también en agradecimiento por una cura milagrosa, el español don Juan de Lezica y Torrezuri levantó un nuevo templo a la Virgen de Luján –ya establecido como parroquia– inaugurado en 1762, ocasión en la que los cabildantes juraron a Nuestra Señora como Reina y Patrona.
En ocasión de las Invasiones Inglesas, los paisanos que se unieron a la reconquista partieron de Luján llevando como divisa el estandarte real (una de cuyas caras era la estampa de la Virgen) y escapularios hechos de dos cintas, de colores celeste y blanco, símbolo de protección y distintivo a falta de uniforme.

En la segunda mitad del siglo XIX, el párroco Jorge María Salvaire, francés de origen, lazarista, fue a misionar entre los indios quienes, acusándolo de haber llevado una peste de viruela, lo condenaron a morir lanceado. Se confió a la Virgen y le prometió dedicar su vida a publicar sus milagros y engrandecer su santuario si se salvaba. Al instante apareció un joven indio, hijo del cacique, que le arrojó su poncho en señal de protección. Ese indio lo reconoció (el sacerdote le había salvado la vida en díaspasados) y le concedió la libertad.
Fiel a sus promesas, el P. Salvaire redactó su monumental “Historia de Nuestra Señora de Luján”, publicada en 1884, y comenzó la construcción de la actual Basílica, terminada por el P. Vicente María Dávani C. M. en 1922.
Aciagos y tristes días vivía la Patria a mediados de 1955. Quema de iglesias, decretos persecutorios, se hablaba incluso de romper con Roma y crear una Iglesia Nacional, dirigida por una burocracia revolucionaria.
Temiendo que se diera aquel paso hacia la herejía y la muerte, en la obscura noche del 22 de agosto de ese año el Cura Párroco de Luján, con previa autorización de la autoridad diocesana, sacó de su camarín la auténtica e histórica imagen de la Virgen, reemplazándola por una réplica perfecta. Levantóse el acta de lo efectuado y, con precauciones infinitas, fue guardada en la estancia de la familia Tabacco.
Nadie se enteró de lo acontecido hasta que, luego de la Revolución Libertadora, un domingo 27 de noviembre, la imagen volvió a su Basílica en una sorpresiva pero solemnísima procesión.
Texto tomado de la página Cruzada del Santo Rosario
Oración a Nuestra Señora de Luján
Nichán Eduardo Guiridlian Guarino
domingo, 3 de mayo de 2009
Evangelio del Tercer Domingo después de Pascua
In illo témpore: Dixit Jesus discipulis suis: Modicum, et jam non videbitis me; et iterum modicum, et videbitis me; quia vado ad Patrem. Dixerunt ergo ex discipulis ejus ad invincem: Quid est hoc, quod dicit nobis: Modicum, et non videbitis me; et iterum modicum, et videbitis me, et: quia vado ad Patrem? Dicebant ergo, quid esr hoc, quod dixit<. Modicum? nexcimus quid loquitur. Cognovit autem Jesus quia volebant eum interrogare et dixit eis: De hoc quaeritis inter vos, quia dixi: Modicum et non videbitis me, et iterum modicum et videbitis me. Amen, amen dico vobis, quia plirabitis et flebitis vos: mundus autem gaudebit, vos autem contristabimini, sed tristitia vestra vertetur in gaudium. Mulier cum parit, tristiam habet, quia venit hora ejus; cum autem pepererit puerum, jam non meminit pressurae, propter gaudium, quia naus est homo in mundum. Et vos igitur nunc quidem tristitam habetis, iterum autem videbo vos et gaudebit cor vestrum, et gaudium vestrum nemo tollet a vobis.
En aquel tiempo: dijo Jesús a sus discípulos: "Un poco y ya no me veréis: y otro poco y me veréis; porque voy al Padre." entonces algunos de ellos se dijeron unos a otros: "¿Qué es esto que nos dice: 'Un poco y no me veréis, y otro poco y me veréis; porque voy al Padre?" y decían, "¿Qué es esto que nos dice? '¿Un poco?' No sabemos lo que quiere decir." Entendió Jesús que le querían preguntar, y les dijo: "Disputáis entre vosotros de esto que he dicho: 'Un poco y no me veréis, y otro poco y me veréis' En verdad, en verdad os digo: que vosotros lloraréis y gemiréis, mas el mundo se gozará, y vosotros andaréis tristes, mas vuestra tristeza se trocará en gozo. La mujer , cuando pare, está triste, porque viene su hora; mas cuando ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del apuro, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. Así pues, también ahora, vosotros tenéis tristeza; mas otra vez os he de ver, y se gozará. vuestro corazón, y ninguno os arrebatará. vuestro gozo."
viernes, 1 de mayo de 2009
+ San José Obrero+

Invoquemos pues a San José, para que bendiga el trabajo de tantos cristianos e interceda por aquellos padres de familia que están desempleados.
Nichán Eduardo Guiridlian Guarino